Si nos preguntan por el organismo vivo más grande del planeta, la mayoría seguramente pensamos en la ballena azul. Los más de 30 metros de longitud y las casi 200 toneladas de peso que pueden alcanzar estos gigantes acuáticos en edad adulta parecen más que suficientes para reclamar el título de forma casi indiscutible. Realmente es cierto, se trata del animal más grande actualmente y que ha existido jamás, pero fuera del reino animal, la ballena azul queda destronada por un árbol.

El árbol en cuestión pesa casi 6 millones de kilogramos, el equivalente a 35 ballenas juntas, y se extiende, aunque parezca imposible, a lo largo de 43 hectáreas. Esto nos puede dar una pequeña idea de la inmensidad de Pando, del verbo latino pando (“I spread out” o, en catalán, “yo me extiendo”), el nombre que recibió el árbol y que ocupa gran parte del Fishlake National Forest en Utah, Estados Unidos.

¿Un bosque inmenso o un solo árbol?

A primera vista, Pando parece más bien un bosque de miles de álamos que un solo árbol. Está compuesto por 47.000 troncos que se alzan recordando árboles normales y corrientes, independientes unos de otros, pero bajo tierra se descubre una red de raíces masiva que los interconecta a todos y les permite funcionar como un solo organismo, y eso lo observamos con la genética.

Todas sus partes trabajan conjuntamente para sobrevivir, ya sea recogiendo, produciendo y distribuyendo energía, defendiéndose, o reproduciéndose y regenerándose, y la genética lo corrobora: todas las “ramas” son genéticamente idénticas, clones unas de otras y, por tanto, parte y esencia de Pando. De esta manera, Pando se entiende como una colonia clonal de Populus tremuloides, una especie de álamo americano, conocido como quacking aspen o quackie porque la flexibilidad de sus hojas hace que se muevan al viento como si temblaran.

Ahora bien, la pregunta que todos nos estábamos haciendo: ¿de dónde salió? ¿Cómo llegó a ser tan grande?

Los Populus tremuloides son árboles de crecimiento rápido que pueden llegar hasta los 25 metros de altura, con una corteza pálida con manchas negras. Pueden reproducirse tanto de forma sexual, a través de la producción de semillas, como asexual, pero suelen optar por la última, que es más eficaz en el hábitat donde viven y les permite abarcar una superficie más amplia de donde pueden captar más nutrientes.

¿Cómo es la reproducción asexual de las plantas?

El concepto de la reproducción asexual es sencillo: las hormonas de crecimiento se acumulan en algunos puntos de las raíces, estimulando la creación de un brote que irá creciendo y madurando hasta crear un nuevo “tronco” (o, más bien, una nueva “rama”), que también desarrollará raíces que se sumarán a la red de raíces original. Este proceso se puede repetir indefinidamente, haciendo copias y copias idénticas del primer álamo. Según los datos geológicos recogidos, se cree que Pando lleva entre 9.000 y 12.000 años regenerándose.

Para Pando, antes incendios que glaciares, su supervivencia

Al igual que algunas especies de pinos, los quackies prefieren el calor del fuego a las glaciares. Es más que una cuestión de preferencia, el fuego acaba siendo un elemento crucial para la regeneración efectiva de estos árboles. Cuando el álamo se somete a condiciones estresantes como la caída, el corte o la quema de los troncos, es cuando tiene más capacidad de regeneración. En este caso, los incendios forestales ponen en marcha el caldo de cultivo perfecto para asegurar la llegada de una nueva tanda de clones que brotan desde debajo de la tierra.
El fuego no solo devuelve nutrientes al suelo gracias a la quema y caída de ramas, que a su vez abre claros y permite que la luz llegue de forma mucho más directa a las partes bajas, sino que también favorece la activación del proceso hormonal que fomenta la aparición de nuevos brotes. El fuego, a pesar de todo, es vida.

Vida y muerte. Algunas especies como las coníferas no son tan resistentes a estas adversidades como los álamos, dejando fuera de combate a otras especies vegetales que compiten con ellos por los recursos. Esto se debe a que los quackies almacenan grandes cantidades de agua, no contienen compuestos químicos inflamables como los de árboles fáciles de quemar, y su altura permite que las partes altas se mantengan intactas frente a fuegos de poca intensidad que se desplazan a ras de tierra.

El equilibrio sensible de un ecosistema

Ahora bien, en los últimos años se ha detectado un descenso en el ritmo de regeneración de Pando que se ha vinculado a dos problemas. Friends of Pando, una organización que aboga por educar y divulgar sobre Pando, alerta que no son problemas que amenacen la supervivencia del gigante milenario porque la regeneración continúa (aunque a menor ritmo), pero es necesario estar atentos:

  • La falta de fuego. A lo largo del siglo pasado se instauraron políticas de supresión de incendios para la protección de los ecosistemas, lo que favorece el desarrollo de especies rivales.
  • El exceso de grandes herbívoros como los ciervos y los alces. Estos animales tienen un gusto especial por los brotes jóvenes de los bosques donde viven, y el aumento de su población por la pérdida sistemática de sus depredadores naturales a manos humanas ha hecho que la actividad de regeneración normal de Pando se haya visto afectada.

Así, para intentar ayudar al quackie gigante a mantenerse a un buen ritmo, unas cuantas hectáreas de Pando se han rodeado con cercas que limitan el paso de los herbívoros, además de proteger a los animales de los incendios forestales que se desarrollan.

¿Cómo trabajar estos conceptos en el aula?

A través de una experiencia inmersiva, se permite desde el aula explorar la ciencia de manera divulgativa y en primera persona, utilizando herramientas interactivas que permiten a los estudiantes sumergirse en el estudio de los ecosistemas y entender la importancia de la biodiversidad y los procesos naturales que sostienen la vida en el planeta. 

¿Cómo podemos ser más conscientes?

En definitiva, el caso de Pando pone de relieve la vulnerabilidad de los ecosistemas y la responsabilidad de la sociedad en respetar y cuidar el medio ambiente. Es por eso que, desde Funbrain a través de los talleres sobre medio ambiente y las formaciones a profesorado, trabajamos para nutrir a la ciudadanía con conocimiento científico contrastado y fiable.

En Cataluña, programas como “Compartimos un Futuro” del AMB tienen por finalidad incentivar la cultura de la sostenibilidad, sensibilizar y educar sobre el medio ambiente. Fomentando las buenas prácticas entre la población, potencia el pensamiento crítico y ofrece a la ciudadanía las herramientas y los valores necesarios para forjar un futuro sostenible, a través de los recursos y oferta educativa, con las visitas a instalaciones y produciendo un cambio con los proyectos de acompañamiento APS, para lograr un cambio de hábitos real e inmediato.